En cada una de sus actuaciones entrega un pedacito de sus entrañas; no precisamente el corazón, que ya se sabe que no tiene.
Lleva más de 10 años actuando en los locales clásicos de comedia, de esos en los que siempre esperan a machotes poco agraciados y sudorosos.
Y de repente aparece la Gimeno, la última vedette en edad reproductiva, no exenta de sudor, pero llena de glamour y malahostia, dispuesta a contrarrestar los nuevos vientos que soplan de mantilla y peineta.
¡Viva la pluma!